El Gobierno no quería marchas ni asomos en la emblemática Plaza de la Bandera: todavía están muy vivos los jevitos que la llenaron en el 2019, arrojando un grito abierto contra el poder necio y atrabiliario de esos días.
Estas autoridades no quieren que se repita esa hazaña: sería un grito hiriente contra él, clavarse el cuchillo contra sí mismo. No están por correr ese riesgo que hizo historia.
Sin embargo, la incendiaria y rabiosa Antigua Orden Dominicana, un coro de nacionalistas, logró reunirse en esa ágora protestando contra la abundante presencia de haitianos indocumentados. Lanzaron un ardiente grito nacionalista, con estridencia elevaron al cielo sus plegarias, exigieron mano dura contra los haitianos.
La Plaza de la Bandera es un ágora llena de simbolismo y garras: la meca de la clase media, donde lanzan los ciudadanos su grito más alto y estridente.
La Antigua Orden Dominicana, una versión realenga del Klu Klux Klan, hizo allí un griterío, quizás espoleados por el propio Gobierno, que a fin de cuentas fue el más beneficiado con esa ruidosa manifestación.