Carlos Pimentel finalmente renunció como director de Alianzas Público-Privadas, un cargo que le granjeó críticas por montón. Tendrá que conformarse con seguir dirigiendo Contrataciones Públicas.
Por esas presiones tuvo que renunciar. Su nombramiento era contradictorio y abusivo. Se violó la ley descaradamente y se armó un escándalo que se podía evitar.
Otro revés para el Gobierno. La ciudadanía le cayó arriba al nombramiento y para salvar al presidente, se sacrificó Pimentel con su renuncia. Hasta Participación Ciudadana, su institución matriz, rechazó y vituperó la designación. Eso es mucho decir.