Otro feminicidio ensangrentó y llenó de tragedia a La Vega. Sucedió que un atormentado marido, Juan Félix Restituyo, asesinó a machetazos a su concubina, Yohanna Castillo Pérez, y luego se quitó la vida envenenándose.
Fue en la madrugada de este mismo sábado. Apenas unas horas antes, Yohanna había terminado de celebrar su cumpleaños en una fiesta. Mientras se divertía con amigas, su esposo tramaba una desgracia en la oscuridad de su alma.
Le cayó atrás y la encontró camino a la fiesta. Luego, se devolvió y llegó primero a la casa. Tomó la decisión de asesinarla. Sería su última noche con vida. Preparó el ritual siniestro de la muerte. La suerte maldita del crimen ya estaba echada.
Cuando ella llegó a la casa, bien entrada la noche, estalló una acalorada discusión entre ambos. Dimes y diretes, forcejeos inquietantes, palabras fuertes y crudas…
De repente, él toma un machete y le da el primer tajazo, luego sigue destrozándola a machetazos, mientras la sangre va rodando por su cuerpo hasta formar un charco en el piso. Murió lentamente, desangrándose a manos de su verdugo.
Después de asesinarla de forma tan brutal, solo piensa en morir. La muerte asalta sus pensamientos, le martilla la cabeza. Ya no sabe qué hacer. ¿Ir a la cárcel? Eso ni pensarlo. ¿Qué hacer?
Busca veneno y se lo bebe. La aterradora sustancia no tarda en surtir sus efectos. El hombre cae moribundo, inconsciente de su maldad. Solo quiere morir. Lo auxilian, lo levantan y se lo llevan al hospital. Rinde el alma.
Dejaron dos hijos en la orfandad, de 11 y 9 años. ¡Oh, Dios!