La joven Pamela Almánzar tenía la ilusión de ponerse más bella. Quería reducirse los senos para elevar su autoestima y sentirse más joven. Para eso se puso en manos del doctor Edgar Contreras, ‘el carnicero’.
Entró al quirófano con la esperanza de salir retocada y rejuvenecida. Pero saldría más muerta que viva: sería una nueva presa para el doctor «Carnicero».
Él la convenció de hacerle otros retoquitos en brazos y piernas, así la figura le quedaría más estupenda y redondeada. El cuerpo sería despampanante y una gran sensación.
Pero todo eso se derrumbó y acabó en tragedia. El 16 de diciembre entró a la sala de operaciones. La despacharon de inmediato y su salud empezó a decaer con la misma rapidez. A día siguiente, el 27, Pamela fue reingresada en la clínica del ‘carnicero’; un gran dolor recorría todo su cuerpo. Finalmente, expiró en horas de la tarde.
Los familiares exigen justicia.