No, no hay «candados inviolables» en la Constitución, por más ropaje y parches que se le pongan. La Constitución es un ser vivo que se baraja y se sirve a la carta, según la voluntad omnímoda del momento. Hoy lo hizo Abinader, como ya antes lo habían hecho sus predecesores, de Trujillo a Balaguer a Leonel.
Todo candado tiene su llave. El que lo hizo, también hizo el arte de abrirlo. Todo lo que cierra, se abre.
No es una nueva. La de Abinader es una carta manoseada y retocada, que se proclama hoy. Lo bueno, lo que la hace diferente, es la buena intención del presidente, que recorta sus poderes y pone frenos a la clásica ambición de los gobernantes. Abinader ha dejado claro que no se va a perpetuar a su antojo. No quiere escuchar el susurro alabancioso de sus acólitos.